Nacida el 31 de agosto de 1870 en la provincia italiana de Ancona, María Montessori (como se la conoció de manera masiva, aunque su nombre en el documento figuraba como María Tecla Artemisia Montessori) se rebeló antes la imposición de su familia de estudiar para maestra al terminar la escuela, una de las pocas profesiones admitidas para mujeres de su época. Ella, en cambio, optó por el campo de la ciencia interesa en un principio por las matemáticas, más tarde por la biología, hasta que logró el ingreso en Escuela de Medicina de la Universidad de Roma obteniendo el título en 1896 y graduándose con honores.  

Al poco tiempo, se incorporó como miembro de la Clínica Psiquiátrica de la universidad se interesó por la educación de los niños con retrasos mentales. Llegó a convencerse que aquellos niños internados en los asilos generales al los que se los había “etiquetado” como mentalmente deficientes, podían beneficiarse con una educación especial, diferente. Con la convicción en firme viajó a Londres y a Paris para estudiar con dos pioneros en este campo: Jean Itard y Edouard Séguin. 

Entre 1898 y 1900 comenzó a trabajar con aquellos niños a los que se los consideraba “perturbados” o difíciles de educar. Tras paciente observación y dedicación, se dio cuenta de que todos ellos también tenían potencialidades y que se encontraban disminuidas por las condiciones psicosociales en la que se encontraban. Así, María, decidió implementar un método de enseñanza especial pensando acertadamente que podría ayudarlos a desarrollar sus potencialidades.  

Entre sus primeros contactos con ellos en el marco de una institución para niños “ineducables”, observó que no tenían objetos con qué jugar, y que por eso la hora de la comida, cuando se les presentaba pan o algún otro alimento en el plato que llamara su atención, en vez de comerlo se dedicaban a manipularlo como parte de un juego. Fue en ese momento que la médica y pedagoga italiana, tan querida como reconocida, decidió dedicarse a los niños durante el resto de su vida.  

En 1901 fue designada directora de una clínica psiquiátrica asociada a la Universidad de Roma dedicada al cuidado de niños con retrasos mentales. Allí puso en práctica sus teorías sobre el desarrollo y la educación del niño y alcanzando lo que se conoció como el “primer milagro Montessori”. Que 8 niños del Instituto tomaran el examen oficial de aptitud en lectura y escritura para niños normales de su misma edad lo pasaron con notas por encima del promedio, resultó algo excitante y milagroso para la sociedad de la época. 

En cambio, para Montessori, aquel “milagro” solo la llevaba a profundizar la reflexión acerca del estado general de la educación. Según sus propias palabras: “En tanto que todo el mundo admiraba el progreso de mis idiotas, yo buscaba las razones que mantenían? a los niños de las escuelas comunes y corrientes en un nivel tan bajo, ¡que podían ser igualados en los exámenes de inteligencia por mis desafortunados alumnos! Llegué a convencerme de que métodos similares aplicados a niños normales, desarrollarían o liberarían su personalidad en una forma sorprendente y maravillosa.” 

El éxito de la primera “escuela Montessori” despertó el interés por el Método que lleva su nombre alrededor de todo el mundo. En ese entonces se abrieron escuelas en los distintos continentes. Aprovechando que se había convertido en referencia mundial, María dijo públicamente: “Aquel que quiera seguir mi método no debe honrarme a mí sino debe seguir al niño”.  

Su primer libro se publicó en 1909 y fue un éxito rotundo, basando en su método y titulado The Montessori Method”, realizó una gira por el mundo difundiendo sus ideas y brindando múltiples conferencias. En 1912 visitó los Estados Unidos y en 1929, María Montessori fundó la Association Montessori Internationale (AMI) para preservar la integridad de su legado.  

Durante el régimen de Mussolini se exilió en España y en 1936, ante la guerra civil española, se mudó a Holanda, donde vivió hasta su muerte en 1952. Vale destacar que, durante sus últimos años, “la educación por la Paz” se convirtió en el principio fundamental que rigió su trabajo.  

Los trabajos que inspiraron su método 

Mientras desarrollaba su labor pedagógica, Montessori descubrió el trabajo de los médicos franceses, Jean Itard (1774-1838) y Eduardo Séguin (1812-1880). El primero, considerado el “padre” de la nueva pedagogía, estableció la necesidad de observación en los niños y pautó que a los niños no se les puede imponer nada. 
Séguin, por su parte, además de estudiar el caso del denominado niño salvaje de Aveyron,   creó ejercicios y materiales creados para ayudar al niño a desarrollar sus facultades. 

Al tiempo, María se detuvo en el trabajo del pedagogo suizo Johann Heinrich Pestalozzi (1746-1827), enfocado en el trabajo primordial del maestro, quien debía lograr un cambio en su persona y sentir amor por su trabajo de docente antes de presentarse al niño.