Irene González, pionera en jugar al fútbol de manera profesional en España
En los años 20, González fue la primera jugadora en cobrar y en competir de igual a igual entre hombres. Fue la única mujer en su equipo y se convirtió en capitana. También fundó su propio equipo al que llamó Irene Fútbol Club.

Irene vivió tan solo 19 años, y en aquellos jóvenes e intensos días antes de fallecer a causa de tuberculosis, desafío los estereotipos de la época y se dedicó con enorme potencial a lo que mejor hacía, jugar a la pelota, logrando no solo conformar su propio equipo y convertirse en capitana, sino también cobrar al igual que sus pares varones por jugar al futbol. 

Nació en A Coruña en 1909, y desde la más tierna infancia se mostró apasionada por el futbol a pesar de las represalias de su padre, un carabinero a quien nunca le convenció que su hija mujer aspirara a ocupar espacios tradicionalmente masculinos. A ella no le importó y comenzó a jugar de delantera en el equipo infantil Racing-Athletic. Tuvo que enfrentarse con su padre, quien muchas veces irrumpía en la cancha para que su hija dejara el juego y regresara a la casa con él. 

Más tarde logró fundar su propio equipo al que llamó Irene Futbol Club, un equipo federado de la Coruña con el que organizó, en junio de 1925, un recordado campeonato donde compitieron unos 18 clubes. También intervino en varios encuentros amistosos.

Quienes la vieron jugar afirman que Irene era una gran portera, a la cuál era muy difícil de encajar un gol.  
Sin embargo, toda aquella oposición no valió de mucho, porque a los quince años la futbolista coruñesa ya jugaba en el equipo masculino del Barcelona F.C. (un equipo coruñés del mismo nombre que el famoso club catalán) y, más tarde, en el Racing Orillamar hasta que conformó su propio equipo como ya lo hemos detallado. 

A los 18 años contrajo tuberculosis, una enfermedad que debilitó rápidamente su salud y la obligó a dejar el futbol. La situación económica también empeoró y llegó a no contar con dinero suficiente para pagar la medicación adecuada. Ante la difusión de las complicaciones de Irene, en A Coruña, Ferrol y Betanzos se realizaron colectas entre aficionados al fútbol y se celebraron partidos benéficos para ayudarla.  

La Voz de Galicia publicó un artículo titulado Hay que socorrer a Irene en el que podía leerse: “Nuevamente hay que llamar a los buenos sentimientos de los favorecedores de la desgraciada Irene, la ex guardameta del equipo de su nombre, a fin de que no la olviden y le lleven algo de socorro”.  Con la recaudación, la joven pudo recuperarse de la enfermedad, aunque debido a una terrible secuela de la tuberculosis, al poco tiempo, acabó con su vida.  

Si bien su vida fue corta, dejó un legado lo suficientemente potente para ser recordada eternamente.