Elena Maseras, la primera médica española
Doctora y profesora, ella fue la 1° en cursar una carrera sin necesidad de disfrazarse de hombre. Logró obtener la Real Orden firmada por Amadeo I de Saboya en 1871 para acceder a la educación superior.

Llegar a la actualidad con un 58 % de matrículas ocupadas por mujeres en las carreras de medicina y afines, fue un logro que llevó largas décadas. Porque es necesario recordar que hasta hace poco más de un siglo, las mujeres no tenían espacio en las universidades. 

A pesar de las complicaciones de la época, algunas pocas mujeres lograron acceder a los claustros, y entre las pioneras se encuentra la enorme Elena Maseras. Ella fue la primera alumna de la facultad de Medicina de Barcelona y la primera también en acabar los estudios de la carrera iniciada en el año 1872 y finalizada en 1878.  

Para matricularse tuvo que lograr un permiso que obtuvo gracias al rey de España, Amadeo de Saboya, otorgado en 1872 a través de una Real Orden que le permitía inscribirse para estudiar Medicina en la Universidad de Barcelona. Si bien pudo cursar la carrera de manera privada, no estaba facultada para acudir a clase. Eso recién sucedería en 1875 gracias a la voluntad del catedrático Narciso Carbón, quien la admitiría en su aula. A pesar de ser bien recibida por sus compañeros hombres, Elena no se pudo sentar con ellos y tuvo que ocupar un asiento especial en la tarima junto al profesor. 

Cuatro años después de recibirse, consiguió la habilitación requerida para ejercer la medicina.  Tantas trabas e impedimentos debilitaron su pasión por el ejercicio de su profesión, sin embargo, nunca dejo su pasión por la medicina.  

Elena optó por redirigir su carrera hacia la enseñanza, ejerciendo de maestra en Villanueva y Geltrú y en Mahón. En paralelo, en el mundo, algunos derechos nuevos en términos de igualdad de género se habían adquirido, aunque eran insuficientes, muy incipientes. 

Como fue la admisión que desde 1888 se produjo para la entrada de mujeres en la Universidad como estudiantes privados, aunque se requería la autorización del Consejo de Ministros para su inscripción como alumnas oficiales. 

Hubo que esperar hasta el 8 de marzo 1910 para que a través de una Real Orden Del Ministerio de Instrucción Pública se autorizara la matrícula en igualdad de condiciones que los hombres: sin permisos especiales y pudiendo asistir a clase. Además, unos meses más tarde se reconoció la habilitación para el ejercicio profesional. Para ese primer curso se matricularon 21 mujeres. 

Cinco años después del fallecimiento de Elena, ocurrido en 1905 en la localidad de Mahón, donde ejercía como profesora desde hacía largos años, se autorizó a través de una Real Orden Del Ministerio de Instrucción Pública la matrícula para el ingreso sin diferencia de género, es decir, sin la necesidad de obtener permisos especiales y pudiendo asistir a cada clase. Ese mismo año se reconoció la habilitación para el ejercicio profesional. 

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